Toma de decisiones en la conducción de vehículos

por | Feb 21, 2024

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El proceso de la toma de decisiones en la conducción de vehículos​


Toma de decisiones en la conducción de vehículos: La conducción de vehículos en un entorno complejo requiere aumentar la atención y conocimientos. Descubre cómo tomar decisiones para tu seguridad en el tráfico.

JOSE LUIS ALVAREZ, Formador vial desde el año 2003

Conductores y toma de decisiones: Conoce cómo el comportamiento humano afecta a la toma de decisiones al conducir, para tener una experiencia segura en el tráfico.

La conducción de un vehículo se produce en un entorno complejo y continuamente cambiante. Mientras conducimos debemos estar constantemente atentos a todo aquello que pueda ser importante para nuestra seguridad, corno las distancias entre vehículos, las indicaciones en el tablero de mandos, los peatones, niños corriendo detrás de una pelota, los otros vehículos, etc.

Claro está que con la experiencia todo este proceso de atender al entorno, asimilar y actuar en consecuencia se produce de una forma casi automática. Sin embargo, detrás de cada una de nuestras reacciones se esconde todo un complejo proceso de toma de decisiones, proceso que sabemos que tiene un impacto directo en la ejecución de las maniobras. Por ello, la toma de decisiones en la conducción de vehículos es fundamental a la hora de evitar accidentes o siniestros viales.

 


Recursos psicológicos

 

Somos capaces de procesar muchísima información y tomar una decisión en apenas unos segundos. Para ello contamos con la ayuda de recursos psicológicos, tales como:

  • el sistema perceptivo (visión y audición, principalmente)
  • sistema cognitivo (pensamiento y razonamiento)
  • el sistema emocional (estado emocional del conductor)
  • sistema motivacional y actitudinal (motivaciones y actitudes hacia la conducción y la seguridad vial)

Cualquier alteración en alguno de estos sistemas puede tener consecuencias muy perjudiciales para la seguridad en el tráfico. Por ejemplo:

  • Una mayor sensibilidad al deslumbramiento (tal como la que se produce por efecto del alcohol) en un momento clave puede con facilidad desembocar en un accidente.
  • Un razonamiento inadecuado (mitos y falsas creencias sobre la seguridad, por ejemplo) puede llevarnos a tomar decisiones incorrectas.
  • Un estado emocional extremo (ansiedad elevada, ira, euforia excesiva, etc.) puede hacer que nos precipitemos en la respuesta.
  • Una falta de motivación para circular con seguridad nos expone fácilmente al riesgo.
  • Una actitud negativa hacia el cumplimiento de normas de convivencia en la circulación hace nuestra conducta imprevisible.

La experiencia y el aprendizaje

 

Pero no todas las decisiones en situaciones de tráfico se toman a partir de la información inmediata que recibimos. Hay algunas decisiones que son tornadas de antemano. Nos referimos con ello al efecto de Ia experiencia y el aprendizaje sobre la toma de decisiones, A medida que el conductor se va enfrentando repetidamente a determinadas situaciones, va automatizando en parte su respuesta ante las mismas. Este fenómeno, que en principio nos podría parecer beneficioso, es una auténtica arma de doble filo, ya que cuando lo que se automatiza son las conductas de riesgo, se está incubando lentamente la ocurrencia del accidente.

 

Automatización de conductas

 

Lamentablemente, es muy fácil automatizar este tipo de conductas peligrosas, dado que lejos de implicar consecuencias negativas a corto plazo (tales como provocar siempre un siniestro) suelen conceder incluso alguna ventaja inmediata al conductor (por ejemplo, llegar antes a casa). Que este tipo de conductas desemboque en un siniestro es una mera cuestión de tiempo, puesto que cuanto más las repitamos, mucho más se incrementa la probabilidad de que en un momento dado coincidan con otros factores que en conjunto pueden desencadenar el siniestro.

Por ejemplo, si un día determinado nos saltamos un STOP en un cruce de baja densidad de tráfico (“nunca viene nadie”), la probabilidad de encontrarnos con otro vehículo es baja; pero si nos saltamos el mismo STOP dos veces por semana, la probabilidad de que algún día nos encontremos con otro vehículo se incrementa considerablemente y cuando finalmente llega ese día, el accidente se produce con facilidad, pensando con frecuencia que ha sido cuestión de mala suerte.

 

Experiencia y percepción de riesgo

 

Con una mayor experiencia en la conducción también ocurre un fenómeno muy curioso, y es que con los años percibimos pocos accidentes en relación al tiempo de exposición (es decir, el tiempo que hemos pasado al volante). Este hecho puede traer como consecuencia que lleguemos a la conclusión de que la posibilidad de verse implicado en un siniestro es nula en nosotros. Es aquí donde se puede desencadenar el verdadero riesgo de accidente.

 

Los accidentes se construyen antes de que ocurran: un exceso de confianza en nuestras habilidades y nuestra experiencia nos puede fácilmente llevar al accidente.

 


El proceso de toma de decisiones

 

El proceso de toma de decisiones en la conducción, el cual está en la antesala de la mayor parte de accidentes, puede dividirse en tres momentos temporales consecutivos:

  1. la asimilación,
  2. la decisión
  3. y la acción.

Proceso de toma de decisiones en la conducción de vehiculos

 


Percepción y asimilación.

 

El conductor ha de percibir e interpretar continuamente las distintas situaciones de tráfico que se le van presentando. De la calidad de estos datos y del adecuado procesamiento que haga el conductor de esta información depende el resultado del resto del proceso,

Debe además tener en cuenta el conductor que existen factores que pueden distorsionar (la lluvia. la niebla o los efectos de la fatiga, sueño, alcohol o drogas) y afectar a una correcta percepción y atención. estos factores disminuyen tanto la cantidad y calidad la información que se puede recibir.

 


Decisión

 

A partir de la Información recibida, de su interpretación, experiencia, motivaciones y actitudes, se toma una decisión. Los mecanismos psicológicos que determinan esta decisión se encuentran principalmente en:

  • Los dominios motivacional y emocional. Incluyen las metas, las necesidades, las emociones, los sentimientos y las actitudes del  conductor. Si  nuestro motivo principal es llegar a casa, es probable que conduzcamos de manera correcta y segura. Sin embargo, otros motivos pueden sobreponerse a aquel, tales como llegar cuanto antes (la traicionera prisa), demostrar a nuestro acompañante que somos muy hábiles conduciendo, competir infantilmente con otros usuarios de la vía, etc. Todos estos motivos se convierten en auténticos inhibidores de la prudencia.
  • El dominio cognitivo. Incluye los pensamientos, el razonamiento y el juicio, Lo información adquirida en la conducción oe integra con lo que ya tenemos en nuestro memoria, es decir, con la experiencia previa. La situación se interpreta y se decide actuar de una determinada manera, En esta fase, los errores suelen producirse cuando la interpretación de la situación es incorrecta y nos lleva, en consecuencia, a una decisión también incorrecto. “Como estoy seguro que no tengo ningún vehículo detrás de mi, no es necesario que señalice el cambio de carril“. Tomar esto decisión implica ignorar varias razones que deberían tenerse en cuenta, tales como: “puede haber un motorista que no veo al lado mio”, “puede haber peatones que quieren cruzar y están pendientes de mi decisión” o “si es una conducta habitual, el día que me equivoque y no esté solo, posiblemente pueda provocar un siniestro vial”

 


Acción

 

Uno vez asimilado y decidido lo que vamos a hacer, actuamos mediante uno serie de habilidades y respuestas motoras.

Solamente en esta última fase se puede considerar importante la destreza motora del  conductor, por lo que, como venirnos comentando, la conducción de un vehículo no es una mera cuestión de habilidades motoras: el mejor conductor es aquel que es capaz de prever y evitar las posibles situaciones que le puedan aparecer durante la conducción,  gracias a una adecuada recogida de información del tráfico y a una efectiva toma de decisiones. Para el conductor que basa su conducción en sus habilidades motoras es solo cuestión de tiempo que alguna situación desemboque en un accidente.

Toma de decisiones en la conducción

Transcripción del vídeo de Seguridad vital

Los pelotaris que jugaban hace más de un siglo en este frontón Beti Jai de Madrid debían tomar en milésimas de segundo decisiones para golpear la pelota con precisión. Al conducir pasa algo muy parecido; nuestro cerebro de manera automática y constantemente activa un proceso mental para tomar la decisión correcta en cada momento. En el caso del pelotari, la decisión marca la diferencia entre ganar o perder un punto; cuando estamos conduciendo, esa diferencia está entre sufrir un accidente o evitarlo.

Conducir es más un conjunto de toma de decisiones que una cuestión de habilidad. Cuando conducimos, nos enfrentamos a diferentes situaciones de tráfico que nos obligan a actuar en milésimas de segundo. Y cada decisión equivocada que tomamos multiplica por tres el riesgo de sufrir un accidente de tráfico. La decisión que toma el conductor, tanto antes como dentro del coche, determina la seguridad y bienestar de la conducción y el daño que se pueda provocar a sí mismo o a cualquier otra persona.

 

Fases de la toma de decisiones

 

De hecho, ocho de cada diez heridos o fallecidos en accidente se deben a una mala toma de decisión. Decidir cómo actuar en cada momento es parte de un proceso que tiene cuatro fases: percepción, interpretación, decisión y acción.

  • La percepción, el primero de los pasos, es: veo el obstáculo; ese camión que va a una velocidad excesivamente lenta; necesito el adelantamiento, y evalúo ese margen de maniobra que voy a tener. También las señales, que son las que me van a avisar de si hay estrechamiento de calzada o una intersección en ese tramo. Cuando voy distraído, ya no tengo el margen para percibir e interpretar la situación.
  • Después de la percepción pasaríamos a interpretarla. A medida que un conductor gana en destreza, a lo largo de los años, adquirimos esa seguridad que ayuda a tomar decisiones acertadas y a economizar tiempo y a ir relajados.
  • En la tercera fase, en el momento en que he interpretado y ya me doy el “okay” de adelantamiento, tengo en cuenta la experiencia que me acompaña en adelantamientos previos. Si es un primer adelantamiento, probablemente sea más conservador, en el que si veo que hay poco tiempo, poco margen o alguien me sigue, me quede sin adelantar.
  • Cuando ya paso a la maniobra, un piloto experimentado la ejecutará en tiempo, en forma, sin dudar, y tendrá más probabilidades de éxito; pero también de contrapartida va a conllevar un exceso de confianza relacionada con “me da tiempo”, “yo controlo”, “no pasa nada”, “tengo prisa”…

Desde antes de conducir, ya estamos entrando en un proceso complejo de toma de decisiones para la conducción de vehículos. Empieza calculando el tiempo de un recorrido, yendo en un estado de alerta adecuado, y luego prestando una atención plena a la conducción.

Conclusión

Conducir es una habilidad que va más allá de los aspectos técnicos y motores. La clave para ser un buen conductor es la capacidad de tomar decisiones acertadas en situaciones complejas. En nuestro sitio web, te explicamos las herramientas y conocimientos necesarios para que puedas tomar decisiones seguras y evitar accidentes en el tráfico. Descubre cómo mejorar tu capacidad de percepción, interpretación, decisión y acción en la conducción. Conducir no es solo una habilidad, es un proceso mental que marca la diferencia entre la seguridad y el riesgo en la carretera.

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